Desde pequeña, me preocupaba mucho que la gente fuera infeliz, y tal vez a los cuatro o cinco años, e influida por un programa de televisión de neurocirujanos, llegué a la conclusión de que la infelicidad residía en la cabeza de las personas.

 

En esa serie, la gente llegaba consternada, angustiada e infeliz, y el protagonista, el gran médico neurocirujano, los operaba y se hacía la magia… Aparecían felices al final del capítulo… La conclusión era lógica, la infelicidad habría que desterrarla de la cabeza de la gente que sufría, mediante una cirugía.
 

El tiempo pasó, y llena de estudio, formaciones de posgrado, especialidades, experiencias laborales muy nutricias, y por supuesto, la clínica psicoanalítica y la docencia, he sido testigo de lo que esta “cirugía virtual” llamada Psicoanálisis, logra, haciendo la magia, restaurando paulatinamente la libertad, la plenitud y felicidad.

 

Sigo siendo, después de todos estos recorridos, la misma niña que cuestiona y que no queda satisfecha con cualquier respuesta, la curiosa insaciable que gusta de aventurarse hasta las entrañas de los temas, comprenderlos, asimilarlos y regresar a platicar sobre todo lo que descubrí... en esos viajes.