El Burnout o Síndrome de Agotamiento por Estrés es una nueva clasificación aplicable a una serie de síntomas físicos, fisiológicos y emocionales que se han venido observando en los actores de finales del Siglo XX y del inicio del Siglo XXI.
¿Qué es?
Se trata de una condición a la que se llega por exceso de trabajo, demandas y presiones, promovida por el entorno del individuo, la cual agota el organismo, reduciendo sus capacidades físicas y mentales.
Las impresiones asociadas por quienes lo padecen son de sensación de falta de efectividad y logros, sintiéndose extenuados física y emocionalmente e incluso, sentir que se ha perdido el nivel de compromiso con personas, tareas, objetos, mascotas, en una palabra, con su vida.
En cuanto a la sintomatología física, podemos hablar de cansancio abrumador, fatiga crónica, insomnio, dificultad para mantener patrones de respiración adecuados con jadeos constantes, palpitaciones, mareos, dolores de cabeza, estómago, pecho y espalda. Además, incremento de las enfermedades, baja de defensas, trastornos del apetito que oscilan entre grandes atracones y largos periodos de ayuno, originando la tendencia a la obesidad.
Del lado emocional encontramos ansiedad, depresión, pesimismo, desesperanza, rabia, dificultad para concentrarse, disminución de la capacidad de disfrute, aislamiento o apatía ante cualquier tipo de contacto social fuera de los centros de trabajo, con el consecuente deterioro de las relaciones de amistad, familia y pareja.
La realidad es que hoy, los días parecen más largos, con jornadas extenuantes, no siempre gratificantes, donde parece que no llegamos a nuestras metas, lo que genera la baja autoestima y la sensación de incapacidad para vivir. Hoy solamente nos resta vivir en jornadas de más de catorce horas, con unas cuatro o seis horas de sueño.
Al dormir el cuerpo secreto HGH (hormona del crecimiento humano) por eso es importante dormir ocho horas, para reparar nuestro organismo, no importa la edad que tengamos. Se necesita redefinir nuestra vida y la forma cómo la vivimos, pero más aún, resignificar los eventos que se nos presentan, recuperando la dimensión de las cosas y dejando de tener miedo a vivir.
Hay muchas maneras de reducir el estrés antes de que te lleve a «quemarse», para hacerlo, es tu participación activa y reflexiva en tu día a día.
Por: María Sanz, psicoanalista
@mariasanzm
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