Parece que no ha habido persona en el mundo que no lo haya experimentado alguna vez… Quién no ha escuchado a un niño decir «Mamá, ¿qué hago?, estoy aburrido», o tal vez expresiones como, «¡Qué aburrido trabajo!», «Ya me aburrí de ….» , qué se vale completar con cualquier cosa que venga a tu mente: un partido de fútbol, una fiesta, una vacación, tal vez una persona o una relación, un estado de ánimo, una dieta, una actividad… Pero ¿sabes qué es?
El aburrimiento, tan conocido y familiar, es un estado de ánimo que todos hemos experimentado, que suele aparecer cuando algo ya no nos emociona, o a veces, cuando lo que hacemos deja de ser un reto, cuando lo que hacemos deja de ser un espacio de descubrimiento y expansión, o cuándo ya no se nos presenta alguna novedad…
Y entonces, la maravilla del aburrimiento es que nos avisa que hemos terminado de disfrutar algo y que nos hace falta buscar algo nuevo qué experimentar…
Y si estás pensando que el aburrimiento, es una señal o significa que debemos desechar lo que tenemos, (trabajo, pareja, familia), estás muy equivocado, porque no se trata de «tirar» lo viejo, se trata de abrirle nuevas posibilidades a la experiencia.
Entonces, si el aburrimiento es señal, se nos presenta como una señal, es que nos avisa que, la experiencia como la hemos vivido, está agotada, pues entonces el aburrimiento es en realidad, primo hermano del miedo y la ansiedad.
¿Cómo? Te preguntarás ¿Cómo que el aburrimiento es miedo?
Pues efectivamente es una expresión del miedo, del miedo a tener que crear algo nuevo, miedo a reinventarnos, miedo a soñar y a fracasar, miedo a que tengamos que diseñar una nueva experiencia… en resumen, miedo al cambio.
También es tenerle miedo a la vida, pues la vida es expansión continua, cambio continuo, alternativas y posibilidades infinitas, pero solamente podemos verlas y acceder a ellas cuando reconocemos que la vida nunca para y que siempre hay algo nuevo que hacer, tener, experimentar, soñar y realizar…
¿Te atreverías a dejar el aburrimiento? ¿Tomas el reto de ser un continuo creador de tu vida?
Por: María Sanz, psicoanalista
@mariasanzm